El glaucoma es una enfermedád ocular grave que puede robar la visión de manera gradual y, a menudo, sin síntomas evidentes hasta que se ha producido un daño significativo. Se caracteriza por el daño al nervio óptico, generalmente causado por una acumulación anormal de fluido en el ojo, lo que lleva a un aumento de la presión intraocular.
El glaucoma es un grupo de enfermedades que afectan al nervio óptico, responsable de transmitir las imágenes al cerebro. Cuando este nervio se daña, puede resultar en la pérdida de visión periférica, conocida como visión en túnel, y si no se trata, puede llevar a la ceguera.
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Existen varios tipos de glaucoma, siendo los más comunes:
Glaucoma de ángulo abierto: Es el tipo más común y se produce cuando el flujo de fluido en el ojo está bloqueado ligeramente, lo que aumenta la presión ocular de manera gradual.
Glaucoma de ángulo cerrado: Ocurre cuando el flujo de fluido se bloquea repentinamente, causando un aumento rápido y severo de la presión ocular, lo que requiere atención médica inmediata.
Glaucoma secundario: Puede ser el resultado de otras condiciones oculares o enfermedades sistémicas, como diabetes o hipertensión.
Glaucoma congénito: Afecta a los bebés y niños pequeños, y puede ser el resultado de anomalías en el desarrollo del ojo.
Las causas exactas del glaucoma no son del todo comprendidas, pero se sabe que ciertos factores pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo:
Edad: El riesgo de glaucoma aumenta con la edad.
Antecedentes familiares: Tener familiares cercanos con glaucoma puede aumentar el riesgo.
Etnia: Las personas de ascendencia africana o hispana tienen un mayor riesgo.
Otras condiciones de salud: Como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Uso prolongado de esteroides: Puede aumentar el riesgo de desarrollar glaucoma.
El glaucoma de ángulo abierto, en particular, puede progresar sin síntomas evidentes hasta que se ha producido un daño significativo. Sin embargo, algunos síntomas del glaucoma de ángulo cerrado pueden incluir:
Dolor ocular severo.
Visión borrosa o enrojecimiento en el ojo.
Náuseas y vómitos.
Halos alrededor de las luces.
El diagnóstico del glaucoma se realiza mediante un examen ocular completo, que incluye pruebas de presión intraocular, examen del nervio óptico y pruebas de campo visual. El tratamiento del glaucoma puede incluir:
Medicamentos en forma de gotas para los ojos o pastillas para reducir la presión intraocular.
Cirugía para mejorar el drenaje del fluido del ojo o reducir la producción de fluido.
Procedimientos láser para aumentar el flujo de salida del fluido o reducir su producción.
El glaucoma es una enfermedád ocular seria que puede llevar a la pérdida de visión si no se detecta y trata a tiempo. Dado que a menudo no presenta síntomas evidentes, es crucial realizarse exámenes oculares regulares, especialmente si se encuentra en un grupo de riesgo. Con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, es posible preservar la visión y evitar las complicaciones asociadas con el glaucoma.
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